martes, 2 de julio de 2013

Como un canto rodado

Hubo un tiempo en que ibas muy elegante.
Estabas en la flor de la vida, arrojando moneditas
a los mendigos, ¿recuerdas?
La gente te avisaba: "Ojo, niña, vas a acabar mal".
Tú pensabas que bromeaban.
Y te reías
de todo el mundo.
Ahora ya has bajado el tono.
No pareces tan orgullosa
de tener que andar rebuscando tu próxima comida.
Sí, doña Soledad. Fuiste al mejor colegio.
Pero no nos engañemos, te pasabas el día borracha.
Y nadie te enseñó a vivir en la calle.
Y ahora te toca acostumbrarte a eso.
Dijiste que jamás transigirías
con los vagabundos misteriosos. Pero ahora entiendes
que él no vende coartadas.
Mientras contemplas el vacío de sus ojos,
y le preguntas si quiere hacer trato contigo.
Nunca miraste atrás,
para ver el ceño fruncido de esos malabaristas y payasos.
Cuando acudían a hacerte sus números.
Jamás comprendiste que no conviene
dejar que otros vivan en su piel tus emociones.
Montabas el caballo cromado, con tu diplomático al lado
llevando un gato siamés al hombro.
Debió de ser muy duro descubrir
que no era tan estupendo,
cuando te robó todo lo que pudo.
Princesa en el campanario, y toda esa gente guapa,
bebiendo convencida de su éxito.
Intercambiando todo tipo de preciosos obsequios.
Pero más vale que te apartes.
Que empeñes ese anillo de diamantes.
Te hacía mucha gracia
aquél Napoleón andrajoso, y como se expresaba.
Ve ahora con él, te llama. No puedes rechazarlo.
Cuando no tienes nada, nada tienes que perder.
Ya eres invisible. No tienes secretos que ocultar.

Después no digas que no te avise!, todavía estas a tiempo de cambiar tu actitud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario