viernes, 6 de abril de 2018

Cocinando un viernes lluvioso.

Tenía unas piezas de pollo congelado..
Me fijé si había cebolla y afortunadamente había dos..
Era suficiente para inventar una comida así que, manos a la obra..
Revise el cajón de las verduras y encontré zapallitos, marrones de mi huerta, ajo suficiente y dos tomates bien maduros..
Entonces inicie el proceso de cazuela de pollo con zapallitos..
Me imaginaba las voces de los estructurados diciendo “eso no existe, pollo con zapallitos no”
Pero mi cabeza escapa permanentemente de la estructuras, es más, mi ser está diseñado para destruir estructuras.
Así que comencé por descongelar el pollo de manera tradicional, con agua caliente y paciencia en el proceso..
Luego, le quite las cáscaras a las cebollas y ajos, y las imperfecciones a los zapallitos marrones y tomates..
Mientras puse en la olla, mi olla favorita, el pollo con un poco de aceite, y le agregué una bebida fuertemente alcoholica y dulce para que en el proceso de cocción fuera tomando un sabor dulce..
Por un momento me olvide de el pollo y cuando volví a verlo, se había evaporado todo el líquido pero había quedado una suerte de caramelo debajo.. un aroma exquisito, pero necesitaba un poco más de cocción así que agregué un poquito más de aceite y un vaso de cerveza.. más sal y condimentos..
Ya era el tiempo de la cebolla y el ajo, así que al destapar la olla, podía distinguir perfectamente los aromas de la levadura de la cerveza y demás ingredientes, fui agregando la cebolla que no tardo en expeler sus vapores ácidos, que no tardaron de desprender alguna que otra lágrima de mis ojos..
Luego los marrones cortados pequeños..
Luego de mezclar y dejar que todo se cocine de manera uniforme, que la cebolla se dore, que el apetito aumente, ahí empecé a agregar el zapallito cortado en tiritas, más los tomates bien chiquitos..
El aroma de enriquece de sabores, solo falta un detalle..

Almorzar..

No hay comentarios:

Publicar un comentario